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Una dosis excesiva e innecesaria del anestésico Propofol mató a Michael Jackson, aunque con un poco de suerte quizá pudiera seguir vivo.
Aparte de que su médico personal, Conrad Murray, no atendió adecuadamente al cantante, el corazón de éste no aguantó la reanimación que por unos minutos le trajo de nuevo a la vida.Y es que Michael sufrió un paro cardíaco que le llevó a la muerte, pero la insistencia de los médicos consiguió reanudar el pulso detenido.
Durante diez minutos, el corazón del cantante estuvo latiendo, aunque de forma tan débil que finalmente no consiguió mantenerlo y se paró para siempre.
"Las enfermeras y los médicos del hospital UCLA detectaron un pulso débil femoral y actividad cardíaca. A las 13:33 mostraba un ritmo ventricular débil. A las 13:52 tenía 53 pulsaciones por minuto. Pese a estos esfuerzos, Michael Jackson no tenía pulso ni latido del corazón espontáneos. Michael fue declarado muerto a las 14:26".
Estos datos han sido revelados en un documento de 13 páginas presentado por Joe, el padre de Michael Jackson, ante las autoridades judiciales. Con ello pretende formalizar su acusación contra el doctor Murray, al que culpa de la muerte de su hijo.
"Estas pruebas son condenatorias. Deberían encerrarle y deshacerse de la llave. Es vergonzoso lo que pasó", ha declarado Joe Jackson, según recoge el diario británico News of the World.
Por su parte, fuentes de la familia han asegurado que "la falta de atención de Murray y sus mentiras le costaron a Michael la vida. ¿Por qué no le han acusado de asesinato? Falló al hacer su trabajo y le dio a Michael por voluntad propia los fármacos que le mataron".
Aunque por ahora se ha acusado al doctor Murray de homicidio por haber suministrado al cantante dosis altas e innecesarias de Propofol y por no haber informado correctamente de lo ocurrido a los médicos, aún queda por ver cómo reaccionarán los tribunales ante estos nuevos datos. (Europa Press)
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