
que, con el paso del tiempo, comenzó a perder el miedo a la computadora y hoy se anima a bucear en la Web, un océano al que llega prácticamente sin saber nadar.
Los cursos de computación destinados a mayores de 50 años tienen cada vez más asistentes, y lo más sorprendente de todo es que la edad promedio de los inscriptos es de 70 años. También es un éxito el plan oficial de créditos a jubilados y pensionados para la compra de computadoras.
En el país, casi el 24% de los mayores de 45 años tienen una cuenta en Facebook, según datos de Facebakers, consultora norteamericana que se dedica a analizar los datos estadísticos de la red social.
Los avances tecnológicos, que llevan a que el manejo de los programas y las computadoras sea cada vez más sencillo e intuitivo; la baja en los costos de los equipos, y la mayor penetración de Internet son algunos de los factores que influyen para que crezca la cantidad de adultos que son partícipes de la era digital casi a los mismos niveles que en el Primer Mundo.
Por ejemplo, en los Estados Unidos ya llega al 25 por ciento el número de mayores de 50 años que tienen una cuenta en alguna red social, según datos de la ONG estadounidense American Association of Retired Persons ( AARP).
Este año, el Banco Nación emitió exitosamente una línea de créditos de hasta 8000 pesos llamada Mi Compu, destinada a que jubilados pudieran acceder a computadoras. La incorporación de un mayor número de adultos a Internet y redes sociales también tiene implicancias sociales, ya que sirven como puente de interacción entre diferentes generaciones de una familia que encuentran en la Web un lugar donde poder compartir un lenguaje común en una época en que la interacción familiar se ve amenazada.
Leer el diario; charlar con familiares que están lejos; ver fotos de los nietos que crecen; enviar y recibir e-mails ; chatear o, simplemente, jugar a las cartas son algunas de las respuestas sobre los usos comunes de este grupo que reconoce que lo primero que deben hacer es superar el miedo a la computadora.
Los primeros minutos, como cuando uno aprende a andar en bicicleta, son los más difíciles y en ellos todos los miedos e inseguridades afloran, según afirmaron los entrevistados. Para superar esta barrera, en la actualidad se dictan decenas de cursos y talleres semestrales y anuales, dirigidos específicamente a adultos.
Un lugar donde este segmento tiene su espacio para sumergirse en la Red es el Centro Cultural Ricardo Rojas (CCRR), que depende de la Universidad de Buenos Aires y donde en la actualidad de dictan 44 cursos a los que asisten cerca de 1000 personas. Introducción a la computación, Word inicial y avanzado, Internet y correo electrónico inicial y avanzado, y hasta edición de imágenes, audios y videos, son algunas de las opciones de cursos cuyo costo es de 35 pesos mensuales y que tienen una sola condición: tener 50 o más años.
LA NACION visitó el CCRR y presenció algunas de las clases que comenzaron hace pocas semanas, que tiene los cupos casi agotados y una característica particular: la vitalidad y energía de sus alumnos. "A pesar de que los cursos son a partir de los 50 años, el promedio de edad de los que vienen es de 70", dijo la directora del CCRR, Cecilia Vázquez, y explicó: "Hay una demanda importante en relación con la familia, ya que la mayoría tiene seres queridos lejos, como hijos y nietos que viven afuera, y a través de Internet pueden tener un contacto mas rápido, seguido, por mayor tiempo y con menor costo".
Vázquez, además, contó que los adultos empiezan por lo básico, que es cómo encender la computadora y cómo se llama cada parte de ella, y luego van subiendo de nivel. "Ellos comienzan a sentirse dentro de un sistema social del que estaban excluidos y eso los motiva", explicó la directora.
"Es como un colegio para ellos. Se mueven en tándem y se llaman por teléfono por si no pueden ir a clases para que el otro le pase los apuntes", dijo Vázquez, y agregó que con el paso de las clases se van compenetrando y cada vez que pueden hacer algo solos lo cuentan con una gran emoción.
También dijo que incluso algunos se animan a conocer a otras personas y que esto se da, sobre todo, en la franja que va entre los 50 y los 70 años.
La posibilidad que brindan las redes sociales de conocer cuál fue el rumbo que tomó la descendencia familiar es uno de los grandes atractivos que encuentran los adultos en el momento de poner en la balanza si se embarcan en la Web o si deciden seguir alejados de la informática.
"Por Facebook encontré una prima lejana que hacía muchísimo que no veía. También tengo cuñadas en Rosario con las que casi no hablábamos por teléfono y ahora que tenemos mail nos escribimos seguido", contó María Rosa Sánchez, de 72 años, que tras el fallecimiento de su marido, fanático de la computadora, se volcó a la Web y hoy es una difusora dentro de su grupo de amigas en San Isidro y en Vicente López.
A tal nivel llegó la posibilidad de formar parte de los momentos familiares que quedaran grabados en la memoria, gracias a Internet, que una mujer argentina, Berta, de 65 años, decidió festejarle los cuatro años a su nieto Uri, que vive en Kfar Saba, Tel Aviv, Israel.
El día del cumpleaños, Berta llenó de globos y adornos el living de su casa y compró una torta que puso frente a la cámara conectada a la computadora. Encendió la velita y, junto al resto de la familia que vive en Buenos Aires, le cantaron el feliz cumpleaños a Uri, que por intermedio de la fibra óptica pudo recibir el cariño de sus abuelos y tíos, en tiempo real.
Otro de los factores que ayudan a dar el primer paso es la posibilidad de saltar la barrera idiomática para interactuar con los más jóvenes. "En reuniones con mis nietos, ahora entiendo perfecto lo que están hablando -comentó María Rosa Sánchez-. Si dicen « mail , Facebook, Internet», sé a qué se refieren y puedo charlar con ellos." /lanacion.com 22222222222222222222222222