
Probablemente la primera parte de su estadía le haya servido para cosechar a sus fanáticos más acérrimos, los mismos que no atendieron a su mal compañerismo luego, y siempre ponderaron su juego maquiavélico y pidieron a viva voz que se midiera este sólo aspecto. Quizá no vaya a ser recordado como la mejor persona dentro del reality porque, de hecho no lo fue, pero sí como el jugador que en la primera fase sedujo y conquistó a un espectador que le fue más fiel que un perro, aún en momentos de extrema tensión, violencia, falta de respecto, intolerancia, mala educación y egoísmo.
Su figura se dividió en dos, y lo que se premió fue su Jekyll y no su Mr. Hide, su veta diferente, su picante, su decisión de convertirse en titiritero de la casa, y no su forma de relacionarse con los otros. Verborrágico, tramposo, pasional, bipolar, tejedor, manipulador, celoso, infantil y caprichoso, Cristian U. fue el gran protagonista de la casa, porque la hizo mover, saltar, llorar, pensar, hablar, planear y sólo por eso, y sin hurgar en sus formas, su triunfo era anunciad y hasta merecido. 22222222222222222222222222