
Con una vasta tradición de papelones, éstos ilustrados señores han sido protagonistas de verdaderos hechos insólitos que han llegado desde el bochorno liso y llano, hasta la vergüenza ajena, en el mejor de los casos.Algo de eso se dio anoche en la Gran Final de Talento Argentino.
Cuando el ciclo llegaba a su fin y el gran ganador del certamen estaba a punto de develarse, el escribano, Martín Amuchástegui (atención los demás canales), encargado de fiscalizar la votación del público a través del teléfono, arruinó, en un solo segundo
el agridulce gustito que nos deja, a los televidentes, los eternos instantes que el conductor del programa se toma para desembuchar, de una buena vez, la identidad del que habrá de llevarse los triunfales laureles con los que será coronado como definitivo ganador, en este caso, del ciclo de Talentos que anoche se despidió de la pantalla de Telefe. 22222222222222222222222222