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Las conocidas pulseras sexuales ya llegaron a Latinoamérica y temen que la moda se expanda entre los adolescentes argentinos.
La tendencia, que nació en Estados Unidos en los 80, consiste en usar brazaletes que, según el color, esconden un significado que va desde dar un abrazo hasta tener un encuentro sexual.
Pero el juego se completa cuando un joven del sexo opuesto logra romper la pulsera, y de ese modo, se hace acreedor del “premio”.
No existe una guía oficial de los respectivos significados de los colores, pero al parecer algunos están más estandarizados entre los jóvenes, como el blanco que significa que sólo quiere un beso francés; o el negro, que significaría que la portadora está dispuesta a tener una relación sexual.
La tendencia se esparce en diversos blogs y foros de Internet y las chicas se divierten al expresar en una pulsera su preferencia sexual.
Por eso, aunque todavía no se ve en las manos argentinas, ya son furor en Brasil y en Uruguay, donde hay preocupación de padres y docentes ya que muchas veces las pulseras caen en manos de chicas que las usan solamente como vestimenta, sin sospechar su doble significado.
El juego lleva implícito un lenguaje secreto que permite a los adolescentes comunicarse al margen de los adultos, los especialistas advierten que esta práctica podría llegar a ser peligrosa si el significado del color de las pulseras no es conocido por todos.
Aunque parece un juego inocente, las autoridades de Brasil decidieron “prohibir” su uso, ya que sospechan que las pulseras actuaron como incentivo en algunos ataques sexuales que sufrieron adolescentes.
En el estado brasileño de Paraná, un juez prohibió la venta de las pulseras, así como su uso por menores, después de que un grupo violara a una chica de 13 años que usaba una de las coloridas pulseras de silicona.
“Vas a tener que pagar, vas a tener que pagar”, le decían a la joven los cuatro chicos que le arrancaron la pulsera del brazo mientras esperaba el ómnibus a la salida del colegio.
Al día siguiente, los chicos volvieron al mismo lugar para llevarla hasta la casa de uno de ellos y exigirle el ‘cobro’ por la fuerza.
“No hay duda de que la violación ocurrió por el uso de la pulsera. No estudiaban en el mismo colegio ni vivían en el mismo barrio. No se conocían”, explicó entonces el comisario de policía Willian Soares.
Otros dos adolescentes sufrieron un trágico final, marcado por la presencia de un puñado de pulseras de colores, arrancadas, que fueron encontradas al costado de sus cadáveres. /perfil.com
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